lunes, 24 de enero de 2011

Archivo Histórico del IPN, 10 años al resguardo del alma politécnica


Arturo Jiménez

Periódico La Jornada
Lunes 24 de enero de 2011, p. a10
Primera parte


En una labor meteórica, el Archivo Histórico del Instituto Politécnico Nacional (IPN), que el pasado 17 de octubre cumplió apenas 10 años, ha logrado pasar de un acervo de sólo mil 300 documentos a más de 280 mil, en una búsqueda afanosa para saber, dicen los politécnicos, “qué somos y cómo hemos llegado a ser”.

Mediante el conocimiento de la historia del instituto se busca fortalecer los valores, principios e identidad de la comunidad politécnica, dice en entrevista el ingeniero químico Jesús Ávila Galinzoga, titular de la Presidencia del Decanato, organismo que reúne a los decanos de todas las instituciones de esa casa de estudios, y además es responsable del Archivo Histórico Central de la misma, el cual es el “cerebro” de todo el sistema de acervos del IPN.

La documentación sobre la historia del Politécnico, comenta el funcionario, estaba dispersa, no se había desarrollado un proyecto integral para rescatar la mayoría, concentrarla, restaurarla, catalogarla y ponerla a disposición de estudiosos y público en general.

Hasta el año 2000 se pudo realizar esa labor, con la creación del Archivo Histórico, que en una década ha realizado un trabajo impresionante de rescate documental. “Es prácticamente un archivo virgen, aún por investigar”, afirma Ávila Galinzoga.

Según información del propio archivo, se calcula que en 1930 había en el país unas 88 escuelas con perfil técnico, industrial y comercial, las cuales crecían de manera acelerada, pero sin un plan definido ni una dirección central que coordinara los esfuerzos educativos.

Ávila Galinzoga recuerda que el IPN fue creado en 1936 durante el gobierno del general Lázaro Cárdenas para impulsar la educación técnica del país, pero sus antecedentes se remontan al siglo XIX y, más allá, a las escuelas de oficios del virreinato.

Sin embargo, señala que la enseñanza en esas escuelas era muy elemental, porque la corona española prohibía el desarrollo de la mayoría de las industrias, como la textil, con el fin de propiciar la importación de mercancías de otras colonias y de la metrópoli.

Ya en el México independiente, en 1845, fue creado el Instituto Comercial, antecedente de la actual Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA). En 1857 se fundó la Escuela de Artes y Oficios, que con el tiempo se convertiría en la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME). En 1895 se creó la Escuela Nacional de Medicina Homeopática, antecedente de la Escuela Nacional de Medicina y Homeopatía (ENMH).

En 1915 surgió la Escuela Práctica de Ingenieros Mecánicos y Electricistas, que devino la Escuela Superior de Ingeniería Mecánica y Eléctrica (ESIME). En 1922 fue abierta la Escuela Técnica de Maestros Constructores, actual Escuela Superior de Ingeniería y Arquitectura (ESIA). En 1924 se fundó el Instituto Técnico Industrial, que luego dio origen a los centros de Estudios Científicos y Tecnológicos (CECyT) Gonzalo Vázquez Vela y Wilfrido Massieu.

En 1933 se crearon dos escuelas federales de la industria textil, una en Río Blanco, Veracruz, y la otra en el Distrito Federal, actual Escuela Superior de Ingeniería Textil (ESIT). En 1934, dentro de la Universidad Gabino Barreda, nació la Escuela de Bacteriología, antecedente de la actual Escuela Nacional de Ciencias Biológicas (ENCB).

En 1925, en la Secretaría de Educación Pública ya se había integrado el Departamento de Enseñanza Técnica, Industrial y Comercial, con el fin de coordinar esfuerzos. En 1932 se creó el Proyecto Conceptual de la Escuela Politécnica Nacional, integrada por la Preparatoria Técnica y las Escuelas Superiores de Ingeniería Mecánica y Eléctrica y la de Construcción

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