viernes, 26 de septiembre de 2014

La Dra. Marina Vicario habla sobre el conflicto en el IPN

Marina Vicario  @marina_vicario

SOY POLITÉCNICO porque me duele la Patria en mis entrañas y aspiro a calmar sus dolencias
SOY POLITÉCNICO porque ardo en deseos de despertar al hermano dormido

fragmentos del decálogo politécnico.

Quiero compartir con todos en este espacio algunos de mis pensamientos y sentires a lo largo del día de ayer y las primeras horas del día de hoy 26 de septiembre.

Para quienes no lo saben, soy orgullosamente egresada de un CECyT y una Unidad Profesional del IPN. Mi padre es politécnico también. He sido merecedora de dos de las Preséas más representativas de nuestro Instituto. Tengo la enorme fortuna de ser Catedrática e Investigadora de esta casa de estudios, así como el privilegio de haber sido funcionaria en varias ocasiones. He vivido por tanto algunos de los más interesantes modelos educativos que ha tenido el IPN y conozco de principio a fin al actual Modelo el cuál considero uno de los más avanzados que hemos sido capaces de formular.

Destaco de este Modelo cuatro palancas del cambio sumamente importantes: La movilidad estudiantil a otras naciones, la posibilidad de movilidad a otras modalidades como la modalidad a distancia, las materias de contexto de la industria , los créditos electivos asociados a actividades culturales y deportivas y el énfasis por tener un nivel competitivo de inglés.

No obstante, desde mi racionalidad universitaria, resultado de haberme formado también en los posgrados de la UNAM, no he dudado ni un segundo en manifestar en diversas ocasiones y por todas las vías con las que cuento - como miembro de la comunidad politécnica y como ciudadana - mis inconformidades cada vez que identifico políticas de operación o acciones que pretenden hacer efectivo dicho modelo, lesionando derechos fundamentales, que constituyen actos de inequidad o que atentan contra el desarrollo con bienestar de esta nación.

Así lo hice por ejemplo cuando me inconformé por los costos que el Polivirtual cobraba por materia en licenciatura y bachillerato. Provocando gastos de más de tres mil pesos semestrales en los estudiantes del nivel superior inscritos en esta modalidad, tal y como si nos trataramos de una institución privada.

Es por ello, que entiendo la circunstancia que moviliza a la acción de resistencia de nuestros alumnos, que si bien pueden ser presa de diversos intereses como afirma nuestra Titular, movilizan al mismo tiempo los imaginarios que flotan en un país convulsionado por Reformas que nos invitan a la sospecha, cada vez que tomamos consciencia de que en el día a día de un mexicano del nivel educativo que sea, estamos laborando un promedio de 12 horas apenas para sobrellevarla. Es decir, donde no hay trabajo suficiente, ni bien pagado; aunque tengas un título profesional o de grado.

De este modo, ¿cómo no protestar por un diseño o rediseño curricular que para algunos como yo puede ser de avanzada en el papel, pero que desde que comenzó su implementación a la fecha no cuenta en lo esencial con los perfiles docentes actualizados (no me refiero a lo pedagógico pues para eso tenenemos al CGFIE, sino a lo tecnológico y disciplinar) ni con la infraestructura necesaria?.

En mi plantel por ejemplo, desde que comenzó la Reforma para el Nuevo Modelo allá por el año 2000, a la fecha, carecemos de algunos laboratorios como el de redes avanzadas o el de dispositivos móviles, los cuáles si existen en otras instituciones públicas con carreras afines. Comentaba la ESIA que para ellos es indispensable un laboratorio de mecánica de suelos también.

En mi experiencia de la presente administración, vivo en un Politécnico que se esmera de manera obsesiva en la fase metodológica del proceso de desarrollo curricular, pero que es escandalosamente tolerante con las omisiones de equipamiento.

Entonces, ¿cómo podría un alumno no inconformarse, si tiene que trabajar para completar el gasto familiar, viene con limitantes cognitivas derivadas de la educación básica que recibió también de carácter público y no cuenta con beca o derecho de movilidad por la misma circunstancia que afecta su promedio, además de tener que pagar por separado sus cursos de inglés; cuando le advertimos que quedará dado de baja en las condiciones del artículo 47 del nuevo reglamento. Dejándolo, aparentemente, en total desprotección de un derecho a la educación después de todo lo que ya ha hecho por ingresar en un sistema que le promete convertirse en ingeniero?.

Aún más, ¿cómo podría no sentirse agraviado ese alumno, cuando lee en el artículo 56 que acciones como aquellas en las que ha participado desde el día 23 de septiembre del presente (toma de instalaciones y comunicados en redes sociales), lo dejarán explícitamente fuera del citado reglamento y se hace acreedor de sanciones que pueden llegar hasta la baja definitiva. Coptándole de facto –de forma velada- su derecho a organizarse, comunicarse y manifestarse?.

Pero las apariencias también engañan. Una cosa es la promesa de convertirlos en ingenieros y otra muy distinta en este momento sociohistórico es lograr que ejerzan la profesión en las condiciones de oportunidad que un ingeniero politécnico tenía hace 30 años.

Así, podemos tratar de hacer una lectura literal del fenómeno ‪#‎TodosSomosPolitecnico‬ y no encontrarle aún pies ni cabeza a los señalamientos de unos (alumnos) o de otros (autoridad).

Se observa una especie de esquizofrenia que expresó hace un momento la Dra. Yoloxochitl Bustamante nuestra Directora General (programa de radio viernes 26 de septiembre 2014) con la frase: “Cosas que no me quedan muy claras” en Aristegui Noticias .

 Sin embargo, al hacer un ejercicio de psicología social, quizás notaríamos que no sólo estamos discutiendo el ser o no ingenieros, lo que subyace es un grito unificado para que se nos permita serlo.

Es decir, habrá que develar a la par de la derogación del Reglamento y la revisión del Modelo y su operativización, las verdaderas razones del porqué las áreas que deben ser dirigidas por ingenieros en este país- dada su naturaleza -, en las últimas décadas son dirigidas por economistas, politólogos, comunicólogos, abogados o administradores; que por supuesto no son egresados del IPN ni de la UNAM. Tal grito bien podría resumirse en palabras de una alumna de la ESIA en la frase “volver a ser vanguardia nacional.”

Por otro lado, si bien no me hace feliz que se suspendan las actividades académicas que tenía en puerta como son las clases en licenciatura y maestría, un ejercicio de planeación estratégica para uno de los proyectos de investigación que animo, las entrevistas para concluir el documental del diseño de una unidad de aprendizaje en línea o la visita escolar a la industria; doy mi apoyo a este ejercicio de resistencia que desde mi análisis nos obliga a los académicos y autoridades a hacer un alto total y revisar de manera transdisciplinar la urgencia genuina que tenemos por ganar mejores posiciones en el ranking de universidades vs. el reclamo legítimo para que hagamos en la realidad efectivas las condiciones necesarias para el Modelo y sus ordenamientos sin atentar contra los derechos y el bienestar del país.

Por lo pronto mis estudiantes y yo estamos acordando aprovechar la tecnología para continuar con el avance programático correspondiente.


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